05 diciembre 2007

Tus abrazos se tornaron fríos
y húmedos por la lejanía.

No podía seguir huyendo del presente
cuando el pasado se sentaba
en el rellano de mi escalera,
acechándome cada día,
esperando verme más vulnerable
para pasar dentro,
para ahondar en mis entrañas
y remover hasta el último intestino.

Decidí dejar de llamarte,
dejar de desearte,
dejar de buscar tu calor en otra parte.
Decidí,
aprender a vivir sin ti.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué duro! ¿no?

En todo caso, supongo que una decisión acertada... "Si tu ojo te pierde, ¡arráncatelo!" decía el Nuevo Testamento.

Mejor "aprender a vivir sin ti" que lo de "remover hasta el último intestino"

Ánimo. El cuerpo se sana a sí mismo, y la mente la estás sanando tú.

Bicos

Azul dijo...

Y que dificil parece...aún cuando la mayoría de las veces el dejar atrás un recuerdo nos pilla por sorpresa...

Muy bonito...niña, bikos mil.