Nunca pensé
que el dolor
pudiese llenar
cada rincón de tu corazón,
ese que prometí cuidar,
mimar,
y tratar como la flor
más delicada del jardín de tu casa.
No te invité a un viaje
con el billete de "ida y vuelta"
ya sacado,
sólo que era en asientos separados...
Me confundí en tiempos verbales
con futuros imperfectos
y llené tu presente de malos momentos.
Sólo me queda esperar
y desear verte levantar el vuelo
y saludarte desde mi ventana
con la sonrisa vistiendo mi cara.