01 septiembre 2019

A bocajarro

Me gusta la gente DIRECTA.

La que pregunta exactamente lo que quiere saber, que espera una respuesta sincera y se agarra fuertemente en el asiento, apretando los dientes y cerrando los ojos porque sí, sabe que lo que viene, la respuesta , será un huracán.

Me gusta las personas que se abre en canal,
como los pobres cerdos de las matanzas en mi pueblo “rajaos” de arriba a abajo donde no hay escapatoria y todo está a la vista.

Admiro a los y las valientes que van con los sentimientos de frente, como el que va con una diana en la cara afrontando que alguien quiera probar suerte. 

La empatía quedó como una vivienda de segunda mano donde nadie quiere quedarse , donde las escaleras para subir a ver al vecino de arriba quedaron rotas, descolgadas, descorchadas y la única posibilidad era mediante una tirolina de esa que te pone el estómago de vuelta y te nubla la visión.
Qué difícil empatizar, verdad...?

Me apasionan los y las Robin Hood que van haciendo justicia por el mundo intentando cambiarlo y darle la vuelta , esos que acercan el vaso del café a la barra para aligerar el trabajo del camarero o se les ocurre hasta ser simpáticos y agradecer un buen servicio no sólo con propinas.

Hacia dónde estamos yendo o hacia dónde queremos llegar lo marcamos nosotros.

Hay gente que le mueven los dedos y no las piernas, los mensajes y no la voz... 

Estamos perdiendo humanidad y volviéndonos robot sin sentimientos??


Yo , cada vez lo tengo más claro, ¿ y tú ?

1 comentario:

José A. García dijo...

No se puede perder algo que nunca se tuvo. No podemos perder humanidad si nunca fuimos, en definitiva, humanos.

Suerte,

J.